Supongo que la única diferencia entre un diario de los de antaño y otro internáutico y público como éste es que antes la enfermiza y delicada dama del hogar podía describir en su cuaderno secreto la enervante forma en que su querido esposo colocaba el cepillo de dientes y eso verlo él -o el CSI- sólo después de haberla estrangulado, mientras que ahora lo puede ver también alguna simpática y pizpireta estudiante asiática de la universidad de Ohio y utilizar esta información para alguna de las miles de millones de tesis doctorales o trabajos de investigación que pueden estar teniendo lugar en cualquier punto del planeta azul. O algo así.
Hace tiempo que, como otrxs -porque somos tantxs que ya nadie está solo en casi nada-, hemos decidido ir a la contra en lo que a fechas de vacaciones se refiere por razones conocidas; evitar carreteras, trenes, aviones o autobuses llenos y los nervios o situaciones extrañas que se suelen apoderar de personas obligadas -o autoobligadas- a los famosos éxodos vocacionales. A soñar con una playa cuando sin embargo la climatología no lo va a permitir ni de coña. A evitar también reencuentros que de pronto se pueden revelar no tan deseados e incomodidades y trastornos que ya no hay autoengaño que pueda pintar de rosa. A ahorrar también ese dinerillo si prefieres quizá emplearlo o invertirlo en otra cosa. Lo único que me marca a mí el hecho de que sean vacaciones de alguna clase es que haya algunos festivos en medio y que el peque tenga sus siempre amplias vacaciones del colegio, por lo que me las arreglo, si puedo, y siempre con su agrado, para colocarlo con alguien que quiera y sepa estar con él. Y así al menos me libero de tamañas responsabilidad y atención: mis vacaciones del trabajo más duro, exigente y prolongado del mundo -posiblemente también el más hermoso y gratificante-.
Pero lo que también hago, a río revuelto, es hacer creer como que no estoy. Esta es una treta fácil de utilizar en los días en los que la pregunta del millón es: -"Y fulanitx, ¿estará aquí o se habrá ido?", así que mientras tanto te puedes colocar cómodamente en alguno de esos dos supuestos alternativamente, ¡o a la vez!, y
no estar tampoco; eso es bastante práctico y conveniente. A pesar de esta diabólica indefinición, hemos conseguido juntar a unxs pocxs pero
enormes amigos y amigas y celebrar el nacimiento de nuestro
Amor felices como perdices; como melómanxs empedernidxs que somos desde el zigoto, pocas cosas hay en el mundo para nosotrxs tan merecedoras de respeto, admiración y alegría como un disco, como la música, y si encima la hemos inventado nosotrxs y nos gusta mucho, pues entonces
acontecimiento de primera magnitud. Lo hemos pasado bien escuchando, charlando, bailando, bebiendo, picando, cayéndonos, besándonos, haciendo el bobo... ¡¡fiesta, vaya!! (y qué guapas estaban las chicas, rediela...; ¡¡espero que yo también, que no me veía!!).
Una de las cosas más simpáticas, interesantes y reseñables que me han sucedido estos días ha sido una llamada de Ángel Petisme, poeta, escritor, compositor, cantante y tantas cosas -porque Ángel no para de toda la vida de dios-, bueno, una llamada, decía, pidiéndome que le echara un veo a una traducción al inglés de unos bonitos versos, de su recién salido
Demolición del Arco Iris, para enviárselos a un famosísimo autor y músico también y que éste los lea o recite en su próximo disco (el de Petisme). Pues ha sido todo un placer por saludar a Ángel, porque los poemas se han revelado muy bonitos e interesantes y porque realmente me ha encantado traducir poesía; ¡es tan interesante y estimulante! No se me había ocurrido antes, pero ahora sí al disfrutarlo tanto. Y también porque Ángel es una persona de trato muy agradable porque contesta pronto, te aprecia, reconoce y agradece el trabajo profusamente, etc. Otro día
linko su(s) página(s), que ya me estoy cansando
for the time being...
Salud, suerte, amor y besos.
Alicia XX