miércoles, junio 24, 2009

Huracán poético

El colectivo La Vida Rima organizó ayer una lectura poética en el segundo piso del 17 de Doctor Cortezo, donde asienta sus reales un coqueto y distinguido club privado con acceso restringido llamado Le Swing Jazz Club, ultrarrecomendable no sólo por su cuidadísima selección musical, sino por lo acogedor del garito y por la calidad de sus copas (y no es propaganda gratuita, ni mucho menos).

Abrió el recital psiquiátrico denominado “Condenada poesía” el joven Nacho Aldeguer, de blanco riguroso como todxs lxs declamantes (se suponía que estábamos en un manicomio) quien, tras dar las pertinentes instrucciones de comportamiento para el público en particular, recitó apasionadamente el poema “Sola” de Jara Bedmar que le fue arrancado del ojo por Olaia Pazos, otra de las participantes. Tras éste, Jara, que se había parapetado sentada detrás de un caballete donde se supone que daba rienda suelta a sus instintos pictóricos de “locatis”, nos leyó, con ayuda de sus gafas y de los micrófonos de ambiente, otra de sus poesías, la titulada “A qué tanto amor”. Mientras, al fondo del piso, en la parte que se abre a la plaza de Tirso de Molina, una joven morena (Olaia) se retorcía espasmódicamente mientras recitaba “24 horas”.

Malicia Cool, que había estado ocupadísima manteniendo un lucha de gigantes entre un tiranosaurio y una pin-up que blandía en sus manos, agarró a continuación una caracola de mar del tamaño de un teléfono y se puso a hablar con una amiga, dándole los consejos pertinentes para que dejase de sufrir y contarle sus intenciones en “Brillante y afilada”, para terminar bailando como una posesa con Olaia al son de There she goes again! de la Velvet. Fue uno de los momentos álgidos de la noche. Cómo la veda musical se había abierto, Olaia se lanzó a cantar “Locos inadaptados” atavíada con su ropa interior de lana invernal hasta los tobillos. Tras la tempestad, llegó la calma de la garganta de Jara, recitando “La femme de la mort”, de Nacho leyendo un poema enviado por email y de Malicia Cool, entonando “Nada”.

La pantalla de video se encendió y Nacho apareció frente a ella introduciendo su poesía audovisual. Con un evidente despliegue de recursos, nos dio una envidia tremenda cuando apareció tocando en una azotea del centro-noreste uno de los escasísimos “Hangs” que se pueden ver y escuchar en vivo. Este exclusivo y caro instrumento de percusión (hay que escribir una carta al fabricante suizo explicándole para que lo quieres como condición indispensable para que acceda a vendértelo, además tienes que ir a Suiza a por él) tiene extraordinarias posibilidades melódicas y de sanación espiritual, y como acto terapéutico me pareció muy oportuno.

De nuevo volvieron los nubarrones de la pasión indecisa con Olaia y su “Quiero, quiero” y de la psicodelia con “No llores niña” de Malicia Cool, con intervención del público a las percusiones y de la propia Alicia a la guitarra acústica. Nacho se aposentó detras de la batería del local y acompañó a Olaia en “No sé nada” y a Malicia Cool en “Fuego” para terminar tocando un pequeño xilófono con el que acompañó a Jara mientras ella recitaba “Veneno” y Olaia seguía buscando el camino a Móstoles. El público fue reclamado para que escribiese en unos papelillos las cosas de las que se quisiera desprender en esta noche de San Juan y, una vez recogidos, fueron introducidos en una jarra de agua a modo de hoguera al revés u hoguera de locos.

El broche lo pusieron Nacho con otro audiovisual, esta vez en inglés, y Olaia recitando “Luna" mientras se iba a Leganés, confundida de camino.

No lo habían ensayado pero estuvieron geníales.

Rubayat