No me gusta la poesía para llorar
me gusta la poesía para retar,
retar al gilipollas, asustar a la boba,
retar al altar, retar en la alta mar;
desafía al débil, desafía a la mala
una afrenta para el que aún se cree con mirada
porque, de tan ignorante, no sabe que en realidad no existe siquiera
una caprichosa y antojadiza galaxia de partícoolas invisibles e involuntarias
y a la buena de Dior.
NADA
(pero con gorro, bañador y googles, ¿eh?)