Un puerro tiene su vello
púbico en un extremo del que sale un tallo largo y liso en capas. No te líes a
bocados con el puerro porque eso sólo conseguirá empeorar vuestra relación. El
ser del puerro busca la sinergia con el nabo, la patata, el apio y ansía salir
de su yo para mezclarse con los demás hasta quedarse blando, suave y dulce
después de haber hecho su notabilísima aportación al conjunto horticooltural.
No lo parece, pero el
calabacín es un ser muy sensible. Se lo puede cortar, trocear y triturar,
claro, porque esa es su razón de ser, pero no de cualquier forma; con sentido,
con norte, con delicadeza, con estilo, con sen-si-bi-li-dad. Si le cuentas una
historia triste al calabacín, llorará; si por el contrario es una historia
alegre, es muy probable que te salte a la cara a darte unos besitos y unas
car-antoñas.
El tomate es arrabalero y
alegre por naturaleza y lleva su rojez con una naturalidad pasmosa, si tenemos
en cuenta que es uno de los pocos frutos que, ostentando este color, se suele
mezclar con hortalizas verdes y blancas. En cierto modo, su rojez y acidez lo
convierten en uno de los reyes del puchero, el plato y el bol. No tiene
vergüenza ninguna, y esto viene fenomenal en un mundo infectado de pusilánimes.
La zanahoria tiene una considerable melena verde, lo
que, junto a su característico color anaranjado, hace que muchos la tomen por punk. Lo más
destacable de su textura es su dureza, pero pocas personas saben que ésta
procede del año 803 a. C., cuando las zanahorias fueron brutalmente
esclavizadas y obligadas a funcionar en condiciones de extrema dureza: taladrar
vías públicas a pelo, echar puertas y portalones abajo, etc. A la zanahoria le
encanta el estilo dip americano, pero tampoco le hace ascos a una buena olla o a
una boca agradable y agradecida.
La patata tiene ojos pero
prefiere no ver, porque, total, la mayoría de las veces la van a hacer mal... Es recia y regia, con una piel muy eficaz que la protege del envejecimiento
prematuro y una carne amarilla que gusta de ser cocida, asada, frita o hecha
puré. Aborrece el exceso de aceite, y también sus subpreparados en chips
cuasi-artificiales. Ella es práctica, realista, tranquilona y muy buena
conversadora.
La lechuga no tiene demasiada
personalidad; rara vez nos encontramos un plato de lechuga sin alguna clase de
aliño u otros elementos como el tomate, la cebolla y un largo etcétera. Pero en
eso precisamente reside su grandeza, y en el hecho de que está deliciosamente
clorofilada y, si es buena, crujiente. El cogollo es su joya, y mirado de forma
cenital, puede asemejarse a una fresquita y verde vulva femenina.
Las acelgas son gregarias,
van en matojos, muy juntos sus largos, planos y lisos tallos y, eso sí, unas
abundantes melenas verdes al viento que son la envidia de Carmen Lomana y sus
amiggas. Como el apio, su primo hermano, presentan una textura lacia adecuada
para mezclarlas con otras hortalizas más recias o para rehogar con ajo;
pero no el de los micropoemas, ¡¡¡por dior!!!, sino el otro, el antivampiros.
Hoy hablaremos del a31416o, o
sea, del apio. Es de tallos largos y hojas deliciosamente aromáticas. El
a31416o queda fetén en ensaladas, en las típicas "dip" americanas,
mojando su tallo en gran variedad de salsas, a cual más engordante, y perfuma
de forma inigualable cualquier guiso que se te ocurra hacer; con nabo, patata,
zanahoria, puerro, carne, etc. Es elegante y siempre una buena idea. ¡Viva el
a16o!
Cualquiera diría que el nabo
es la ostia por su frecuente asimilación al miembro viril, pero, como sabemos
bien, no es oro todo lo que reluce. Tímido, color hueso, pasa casi
desapercibido y es raro encontrar uno que se asemeje a una hermosa y tersa
verga enhiesta. Son más bien más cortitos o medios, ...arrugados y con algunos
pelitos. Aún así, insustituibles, por su sabor y aroma, en cualquier cocina que
se precie.
El rábano es tan salao como
las antiguas pesetas. Son pequeños, encarnados por fuera y blancos por dentro,
con su ramillete verde en el extremo o tallo. Hay rábanos que pican como
demoños, lo que es el motivo principal por el que mi hijo no los quiera ni ver.
Solos, o en ensalada, le dan una alegría de feria al plato, y si no los usamos
más es porque somos vagos de solemnidad.
El brócoli ostenta un título
nobiliario, el Brocco, que deja a la altura del betún a su hermana la coliflor.
Pero él es VERDE, lo que en el mundillo horticooltural significa "sangre
azul". Y por si fuera poco, todas esas propiedades antioxidantes y anticancerígenas
que le han atribuido se le han subido al cogollo de una forma que, si no fuera
porque está delicioso, le iban a dar mucho por coolo.
El boniato está seriamente
acogotado por la evidente prepotencia de la patata. Por fuera, se parecen un
huevo, pero el boniato es mejor; más dulce, más tierno y su carne más
anaranjada y aromática. El boniato no habla, como la patata; él canta y hace
versos. Mientras lo asas en una parrilla te recitará a Góngora mientras va
estimulando tus jugos gástricos. Es un A-M-O-R.