jueves, octubre 02, 2008

Susana C., Justo B., Gonzalo de las H., Javier C. y Germán C. en el Galileo el lunes 29 de septiembre de 2008


En la foto (de otro concierto, yo no soy fotógrafa), Susana Cáncer y, a su izquierda, su imprescindible Gonzalo de las Heras. A la derecha debiera verse a Justo Bagüeste, quien por cierto tocó como nunca (un día hará que ardan su saxofón y su minimoog). Susana también tocó (órgano) y cantó muy bien salvo, para mi gusto, y sin que nadie se lleve un disgusto, cuando se tuvo que medir con Coppini que, sabido es, es la mejor voz de los que allí estábamos; pero esto no tiene nada de particular; todos y cada uno tenemos talentos distintos y complementarios, y Susana, a mi modo de ver, tiene ahora más que el propio Coppini. Esto ocurrió en la versión que ofrecieron de la preciosa Golden Brown, de Stranglers (para gran regocijo de Pejo) en la que participaron todos ellos pero un poco rígidos, quizá, que es algo que yo creo que debe ir aparejado a la particular disposición escénica del Galileo, las mesitas y tal (aunque debo decir que los de la sala fueron esa noche extremadamente amables y corteses, como nunca antes). De las Heras es discreto pero muy salao e increíblemente preciso en las pulsaciones a su guitarra; ya las quisiera yo para mí. Un simpático y tatuado Corcobado, de negro, se sube al escenario a hacer también con ellos la maravillosa Océanos de Fantasía ("Crímenes o Promesas", de Susana Cáncer) y la hace bien pero no tan bien como en el disco; esto no tiene la menor importancia, y además da gusto ver la ley que se tienen todos arriba.

Mis favoritas de la noche, por la intensidad de la interpretación y la belleza de las canciones, Los cristales del agua (Mírame / no dejes de mirarme / sé que me esfumaré si no me miras), Llueve, Sirenas, Las Olas y Gasolina de besos (todas de Susana salvo esta última que lleva letra de Javier C.). Son canciones bonitas y bien hechas de verdad, pero yo, con el coolo sentado allí durante casi un par de horas, casi me muero porque no estoy demasiado acostumbrada al concepto (al concepto de sentada a una mesa frente a un concierto).

Al entrar nos habíamos topado prácticamente con Javier C. al que de paso le encasquetamos y dedicamos un disco nuestro, así que ignoramos si sigue vivo a estas alturas. Más adentro, en una mesita en primerísima fila, nos encontramos también a Txelestino Albitxu (batería de Talleres Albitxu, Coyotes, Sindicato Malone, Clónicos) que nos cuenta cosas muy impresionantes y que está guapo y con buen aspecto; Pejo y él van de rojo intenso y están tan atractivos que me siento muy orgullosa de estar conociéndolos mejor ahora, que son más hombres que cuando eran unos chulillos, sin oficio ni beneficio, un tanto gallitos y un poco machistas (como todos entonces). De música de sala sonaban nanas, nanas eléctricas, es decir, las estupendas Canciones Insolubles de don Javier Corcobado.

Para cerrar el concierto, Susana tiene una sorpresa en la manga; ha compuesto una canción llamada Castillos en el Aire inspirada en el periplo de Justo Bagüeste con su H2O; es tan bonita, tan sensible y tan cariñosa que todos los que sabemos de qué va el asunto nos echamos a llorar irrefrenablemente (al menos el propio Justo, en el escenario, y yo, justo debajo).

Grandes músicos, grandes creadores, grandes amigos; enhorabuena de nuevo.

Sociedad: Luis Boullosa, Mate Almendral, Javier Álvarez, Sabine, Pablo Camuñas, Los Cool, etc.

Un beso y gracias.