Es en ciertas ocasiones, como por ejemplo ésta de la muerte de mi padre, cuando uno/a puede leer en las reacciones de la gente, con bastante claridad, su naturaleza. Primero están los de las fórmulas fijas, para mí, “los rancios” o demasiado apegados a las convenciones o faltos de imaginación o algo perezosos que, aunque seguramente con buena intención, te asaetean con expresiones feas de solemnidad del tipo: “mi más sentido pésame” (cuando todo el mundo sabe que se dice “mi más sentido bésame”), “te acompaño en el sentimiento” (¡mejor acompáñame a la compra!) y demás adefesios sociales de ese tipo. ¿Qué tal un: "Lo siento", "Lo siento mucho", "¿Cómo te encuentras?", en lugar de esas manidas expresiones de viejo/a? (aunque el que las diga sea joven). Soy una persona con una intuición extraordinaria, y tanto a Pejo –a quien curiosamente le pasa lo mismo- como a mí nos suceden cosas extraordinarias e inexplicables que no tenemos más remedio que atribuir a algún tipo de magia; premoniciones que se cumplen, intuiciones, corazonadas... Y esto lo digo porque ahora me meto con la panda de “enemigos”, aquellos que surgieron a raíz del último disco de Polanski, hace ahora un año, o en torno a cierta zorra egoísta, altiva y arrogante que se quiso meter por en medio cuando tiene una oreja delante de la otra y la cabeza en el culo. Es increíble, pero he visto entrar en el blog, silenciosamente, a Carlos, marido de la interfecta, al hijo de la gran puta de Máximo Ron, desde el trabajo (Condenast) y también a aquella mosquita muerta que trabaja en el CSIC. He visto a ex míos, conmovidos, estremecidos, enternecidos o emocionados ante la pantalla cuando me han jodido lo que no está escrito (no me refiero a sólo físicamente, que también) y yo los querría muertos y enterrados, de verdad. Los he visto a hurtadillas, muy de noche, ocultándose de sus horrendas novias o mujeres porque si los ven haciendo algo así, los capan. Pero todavía los hay peores, siempre, y son aquellos que tú consideras amigos personales, por lo que les avisas con un mail de lo que te ha pasado y entran en el blog –o no- lo miran y remiran de cabo a rabo y no te dejan ni una sola palabra; ni en el blog, ni en un mail, ni en un telefonazo. Estos son sencillamente repugnantes, como las ratas, ya digo que los peores con diferencia.
Por no hablar de los que “han oficiado una misa por su alma” (si él, o alguno de nosotros, hubiéramos estado allí, les habríamos metido los crucifijos y los cálices por el culo, fijo; ¡qué desvergüenza, por favor!).
Por lo demás, no tengo suficientes palabras de agradecimiento para los y las que habéis sido tan amables, tiernos y sensibles como para escribir aquí cosas tan bonitas y delicadas -como Brad- o para los que habéis preferido poner un mail o llamar por teléfono o venir a vernos. Gracias especiales a Jose Mota, Carmen Téllez, Carmen Ropero, Miguel, Carolina, Stavrogin, Marieta, Daniel, Amkiel, Rafa Burillo, Paloma Leyra, Rafa Berrio, Maribel e Iñaki, a los amigos de la Tostadora, al Altovolta, Fionnuala, Domingo, Luis, a todos los amigos de mi padre que tan amablemente han aparecido por aquí y a otros y otras que seguro se me escurren ahora y que ya añadiré. Vosotros sois los que hacéis que avance la raza humana.
Gracias y besos.
Alicia XX
P.S. Gracias también a Covadonga Villa, Chano y Daniel, ex compañeros de Escuelas de Idiomas; habéis sido muy, muy amables también, figuras!!
¡Ah! ¡Y a Ernesto Díaz-Infante, de San Francisco!