Él/Ella leía tus pensamientos; sabía, notaba de inmediato lo que estabas sintiendo, y tú en él/ella. Hablábais horas y horas, y las calles nunca se acababan cuando estabas con él, o con ella. La risa era constante, estallaba tras cualquier esquina, risa desbocada que lo inundaba todo. Problemas, chistes, planes, chorradas... Y te coje la mano, o la cintura; siempre os abrazáis fuerte y caliente.
Pero se pierden muchos amigos y amigas a lo largo de la vida, ¿verdad? Es una de las lecciones que más cuesta aprender. Porque los nuevos amigos nunca llegan a ser como los viejos, ¿no es verdad?
Simplemente han muerto en vida; ya no están.
Quizá habrá que esperar a que maduren los nuevos brotes.
Alicia XX