Tiendecita peculiar en medio de la urbanización nudista de Vera; a un lado charcutería, lácteos, bebidas y diversos, a otro periódicos y revistas, al otro, croissanterie y desayunos y, al fondo, un locutorio y tres ordenadores ya sabemos para qué. Uno no funciona y los otros tienen algún que otro achaque. Entra el técnico reparador de ordenadores con una cara de guasa que no se tiene. El tendero, un hombre muy tranquilo con mujer y dos hijos ya mocetones, le espeta:
- “Es el mausi”
- “¿El mausi? ¡Querrás decir el muuuuuus?”
- “Mira, aquí”
El técnico se agacha para examinar el órgano perjudicado y exclama, escandalizado:
- “¡¡¡Pero si esto es una rataaaaaaaaaaaaaaa!!!”
Yo, que estoy a uno de los ordenadores, me parto de una risa que llevaba unos segundos intentando contener y que de repente se contagia ruidosamente a los dos hombres y a todos los demás.
FIN