sábado, julio 21, 2007

¡TROOMPA, TROOOMPA, MIRA QUE TROOOMPA!

Este verano, en lo que llevamos de vacaciones (nos vamos otra vez la semana que viene), hemos tenido la buena suerte de coincidir con el nene -nuestro hijo de cinco años, casi seis ya- en la pasión por Shinosuke Nohara -en la elocuente imagen- también llamado Shin-Chan. Llevábamos un desternillante deuvedé de este personaje, llamado "Shin-Chan en el Reino del Culo", que recomiendo a todo el mundo sin reservas porque es divertidísimo y te da coña para varias semanas (eso sí, hay cosas plenamente niponas que le parecerán un tanto extrañas al europeo del tipo rígido). En un momento de la cinta el pequeño ciclón se ve perdido en la selva junto con sus padres y rodeados por un tigre, una peligrosa serpiente y un hipopótamo feroz cuando a Shinosuke se le ocurre la feliz idea de bajarse los pantalones, cosa que hace bastante a menudo, por cierto (para gran deleite de la conferencia episcopal, supongo, dadas sus conocidas aficiones) y entonar voz en grito: "¡Troooompa, trooooompa, mira que troooooompa!", tras lo cual los pobres animalejos salen huyendo a toda prisa por el susto.

Pues claro, siendo Shin-Chan uno de los ídolos de Marino, éste practica sin cesar esta misma técnica pero ante los tres diminutos Yorkshire de mi madre, osease, su abuela, consiguiendo solamente que los tres canes le observen atentamente, eso sí, pero con brillantes ojos de no entender nada en absoluto.

Otra estupenda idea que Marino Burillo Navarro extrajo de sus dibus favoritos hizo que tooooooooda la urbanización en la que nos alojábamos temporalmente ("Playa de Baria") nos conociera mucho mejor y muy entrañablemente pues al pequeño actor y cantante le dio por subirse a la última planta, una azotea que la dueña tiene monísima, desde cuya dominante altura gustaba de entonar, a pleno pulmón, lo siguiente:

¡MAMÁ TIENE EL CULO GOOOORDO
PAPÁ BEBE MUCHO ALCOHOOOL
MAMÁ VA ESTREÑIDA AL BAÑOOO
Y ESO LE DA DOLOOOOOR...!
¡Y SU MAL HUMOOOOOR!

Pero no contento con esta contundente performance, al subirse al coche de su abuela y los perritos para ir a alguna parte repetía esta misma coplilla sacando la cabeza por la ventana mientras se desgañitaba y paseaba tranquilamente su tierno mensaje por todo el pueblo.

¿Dios mío, qué es lo que hemos hecho mal?

Besos,

Alicia XX