jueves, agosto 21, 2008

El concierto de despedida de Stray Cats en La Riviera, Madrid, o yo quiero ser el contrabajo de Lee Rocker.

Hola, amigxs, o cuatro gatxs descarriadxs que venís por aquí. Anoche allá que nos fuimos Pejo y yo, peleándonos, como siempre (esto es común a muchas parejas ilustres, véase Marieta Rabieta y Pablo, de Líneas Albiés, o Richard Burton & Liz Taylor, o Kathleen Hepburn & Spencer Tracy, o Gallardón & Espe, o ...) hacia La Riviera, que desgraciadamente no es la francesa, cuando antes de entrar nos encontramos una especie de asentamiento chabolista y un niño berreando que provoca una nueva discusión y casi que nos perdamos el principio del concierto hasta que conseguimos contacto ocular con un adulto o algo así que se hace cargo del asunto.

Lejos de ser refrescante, entrar en una Riviera abarrotada supone un sopapo de calor y semi-asfixia que sin embargo no consigue empañar nuestras ansias de ver, escuchar y bailar buen rock&roll. Como seguramente sabes, Stray Cats son la mejor banda de rock&billy del mundo seguidos a una distancia prudencial de The Cramps, que tiran más al psychobilly, y de los excelentes Coronas, en su estilo (básicamente instrumental) en España. En su tiempo, los barceloneses Rebeldes puntuaron también alto en este género (agradezco cualesquiera aportaciones en esta rockera línea argumental).

Dentro del paisanaje tribal, los rockers/rocabillies quizá sean los más grandes (de tamaño, hablo) junto con probablemente los metal (como nuestro querido amigo y colaborador Pável Chíchikov). De modo que se me colocaban gigantes, con o sin tupé, patillas, mosca o perilla, delante o detrás, y en concreto la mole humana que tenía detrás parecía haber pedido su bebida sólo para derramarla alternativamente sobre mi cimbreante cadera, mis pantorrillas y ¡hasta en mi oreja¡ (¿cómo se las arreglaría...?) a modo de improvisada e inopinada eyaculación intermitente. Yo le comunicaba a Pejo la goteante situación, él miraba hacia atrás, echaba un vistazo a los gigantes rockers y me devolvía la mirada con cara de circunstancias.

Pero salieron (muy puntuales, a las I0 on the dot). En orden aleatorio lo cuento: Rumble in Brighton, Rock This Town, Sexy and Seventeen, Stray Cat Strut (despiporre total ante una de las canciones más perfectas que se hayan escrito nunca; ahí creo haberme inspirado yo inconscientemente, quizá, para mi Época de Gripe), Runaway Boys, Eighteen Miles from Memphis, Sweet Gene Vincent, Be Bop A Lula, I Fought the Law and the Law Won, de Bobby Fuller, Baby Blue Eyes, Someting´s Wrong with my Radio y ya no me acuerdo de más (ya completo mañana) porque, bien pronto, nos echamos a bailar como locxs, como casi toda la sala, y ya no paramos hasta el final.

Setzer es ya uno de los grandes del rock&roll y sus compis Lee Rocker y Slim Jim Phantom dos de los músicos más sexys y espectaculares que se puedan ver. Todo es americano a rabiar, el mejor sabor de América, diría yo, y como casi todos lxs americanos ellos también dan el show completo; Lee Rocker se tira a su instrumento tal como yo lo recordaba hace 20 años (difícilmente verás algo tan erótico; lo abraza, lo pellizca, se sube encima, se pone debajo...), el atractivísimo percusionista (de pie) Slim Jim Phantom está buenísimo, exactamente igual que entonces, y Setzer saca sangre de su guitarra, la toca por los aires, etc. Al salir, vemos jóvenes clones de Jim Phantom y Lee Rocker con sus tupés acaracolados y todo.

Y me compro una joya de camiseta roja-naranja de la gira que sólo ella merece la visita.

It´s only rock&roll but we love it, yes we do¡¡¡

(Ojalá que lo de la despedida sea otra phantasmada de las suyas...).

Con amor,

Alicia XX