Mi amigo del alma Miguel Serrano, a quien nunca olvidaré por nuestros paseos de ida y vuelta a la Facultad de Filosofía de Zorroaga, San Sebastián, me escribe excusándose por no poder venir a la presentación de mi disco pasado mañana -está un poco lejos...- pero a cambio me manda este hermosísimo poema de don Pedro Salinas, uno de mis favoritos ever. Y me llega a lo más hondo porque sé que se está refiriendo a mí.
El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
-soñaba altos muros-
guardándote el alma-
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía
de franca que era,
entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.
(De Presagios.)