domingo, noviembre 09, 2008

Mi ración de luna.


Yo necesito mi ración de luna.

Irrumpe el sol y los graciosos fantasmas se diluyen hasta desaparecer

y se queman como aquellas guapas vampiras de la película (madre e hija, francesas, muy chic).

El cítrico madrileño derrama lentamente su blanco o amarillo claro en la mañana de domingo.

Pero yo ya guardé mi racioncita de luna.

Inquietudes, incertidumbres, ectoplasmas y hologramas chapoteando felices y desbocados en la leche de un satélite asmático.

Dudas, incógnitas; ideas descabelladas y felices. Jóvenes de mala saña y mirada perdida; muda, expectante, buscona; indolente y blanda (muy pacífica).

Cachorros y saldos humanos todos bañados en la suave y fresca fuente de plata.

Negro cerrado pero airoso.

Sótanos sonoros abarrotados de ideas febriles y tropicales.

Taxis que no saben ir a ninguna parte porque a lo mejor son serbocroatas.

La casa en riguroso silencio

y estatismo prealba.

Mi ración de loona.