miércoles, diciembre 17, 2008

La morena


Aunque hoy la temperatura ha subido un poco (3º), el panorama sigue tan gélido y gris como siempre en esta sociedad de culicagaxs y trepas, pero algunxs como La Mali intentan darle algo de tonalidad a la vida aunque sea a fuerza de sacarnos los colores a los que visitamos su blog desde nuestro trabajo (¡menuda sonata está interpretando a pleno pulmón el señor negro¡) por la impactante foto -como casi todas las suyas- del fenecido fotógrafo neoyorkino, escorpión para más señas.

Ahora quiero referirme a uno de los personajes secundarios del texto de abajo, la hija-mujé morena que se hallaba sentada junto a su padre y, para más INRI y morbo, en la mesa contigua al negro laudista, ya que no está, por motivos obvios, suficientemente dibujada.

Ella lucía un look entre español y gótico. Como una Siouxie de Antequera con penetrantes ojos negros y cabellos del mismo color, el rojo de su chaleco sobre un vestido negro con medias a juego combinado con piercings en la nariz y abalorios en las manos, cintura, orejas y zapatos le otorgaban una presencia preeminente en la parte anterior del salón de comidas que, al ser domingo y tarde, presentaba un aspecto bastante desahogado, de modo que todo el condimento estaba localizado en unos ocho metros cuadrados y tres mesas (la nuestra, la de la morena y su padre y la del negro).

Juro que no vi ese escote tan bien descrito, pero seguramente sería así; si lo hubiera hecho a lo mejor no estaba ahora escribiendo este post que no tiene mayor sentido que el de rendir homenaje a ese momento efímero de exaltación del amor paterno-filial, marital, extramarital, interracial, intermesal y eterno.

¡QUE VIVA EL AMOR!

Rubayat