La flor blanca, toda fragantes pétalos entrelazados, le dijo a la hermosa y altiva flor naranja:
- ¿Por qué estamos todo el santo día entre cuatro paredes de aburrido y muerto cemento?
- ¿Porque estamos en un recinto del zoo?
- No, boba, estamos en una CASA o edificio.
- ¿Casa?? ¿Qué cosa es una casa?
- Pues un casa es un lugar que han construido los humanos para protegerse del frío, la lluvia, los otros seres humanos, y para meter sus cositas, lugares donde sentarse, comer, dormir, leer, hacer aguas menores y mayores, hacer el amor...
- ¿Acaso no pueden hacer todas esas cosas en el campo, o en la playa...?
- Pues primero se lo tiene que permitir la propia climatología en sí y, segundo, los propios hombres, quienes por lo pronto prohíben hacer el amor en el campo o en la playa porque a lo visto les da como asquito o algo así...
- Añoro la tierra oscura y aromática mullida de verde; el tronco resinoso y marrón de mis primos los árboles; sus copas verdes y erguidas hacia el sol; los mansos animalitos de las praderas; y la levísima y salada espuma de las olas... El sol, ardiente e incansable en su eterno viaje por el horizonte; la luna, hermosa y blanca y siempre fiel a su cita; la roca hirviente cocida por el sol; las veloces lagartijas asomando por sus rendijas; las ristras de ajo curativo colgando de alguna pared encalada...
- ¿Ves? ¡Ya has vuelto a la casa, flor naranja!
- Sí, pero yo quiero estar fuera; fuera, fuera y fuera como los luceros del alba...
- Somos unas románticas incurables, ¿no crees, hermanita?
FIN