Tengo trabajo que hacer pero no me apetece porque no tengo la cabeza en condiciones, así que escribamos, escribamos y escribamos sin objetivo ni límite.
Estos últimos días, demasiado templados y soleados en mitad de enero, nos han hecho pensar a más de uno en el calentamiento global, y la luna creciendo imparable hacia su cenit (mañana, osea, esta madrugada) ha hecho aumentar la actividad alrededor de forma evidente. Sumida ahora en lo que considero mi segunda vida en el globo, recuerdo como en la primera rocé la cumbre de mi profesión (doctorado, cátedra, honores y respetos...), para darme cuenta de que aquello estaba lleno de cadáveres y querer morir yo también sin pensar que podía haber otras vidas. Ahora, en esta otra vida, empecé ilusionada, sobre todo cuando estaba en la fase más principiante -ver grupos nuevos, de vanguardia, emergentes, alternativos...- y ahora comienzo a ver también la miseria alrededor; tanto en músicos, artistas, amigos, colegas, como en mí misma, claro. Me pregunto si esta visión no estará seguramente tamizada por mi TPM; es bastante posible, pero eso no quiere decir que no exista, y por eso me atrevo a reflejarlo aunque no sea demasiado divertido ni demasiado políticamente correcto. Sinceramente, me importa un rábano que no lo sea.
Veo que el blog, últimamente, ha ido solo; no tanto con cosas que yo quisiera publicar demasiado intencionadamente como por cosas que han ido sucediendo, surgiendo y otras que me han pedido que difunda, cosa que hago muy gustosa si se trata de alguna causa en la que creo aunque el estilo no sea exactamente el mío. Pero tengo que reconocer que me encanta formar parte de colectivos afines y amigos y tener el placer, la ocasión y la posibilidad de apoyarlos.