sábado, enero 12, 2008

El discreto hedor de la burguesía

Con alguna prevención, pero firmemente determinados, nos dirigimos anoche a la pequeña sala Valmont en Martínez Campos, donde desde hace unos pocos meses se anima el cotarro semanal con conciertos y jam diversas, con el objetivo de mantener alta nuestra dignidad personal y obtener toda la información posible acerca de un antiguo gran amigo al que hemos dejado de frecuentar porque lamentablemente ya no tenía nada que ver con el gran tipo que fue. Primero asistimos a la presentación en el Círculo del Proxecto-Edición patrocinado por el Centro Galego de Arte Contemporánea, MARCO, y la Fundación Luis Seoane, en la cuarta planta del Círculo, donde degustamos unos estupendos canapés con sus correspondientes cervezas, vimos diversas piezas y proyectos, saludamos a bastantes conocidos y amigos, entre ellos los fabulosos Diego Ortiz y Pepe Murciego de la revista experimental La Más Bella que nos obsequiaron con sendos ejemplares de su deliciosa producción para el proyecto y vimos alguna cara conocida como Víctor Coyote, el batería de los Ronaldos y alguna ex-modelo cuyo nombre desconocemos porque nadie nos la presentó (sniff!). Bajando las escaleras del destartalado Círculo (¿para cuándo un centro tipo Kulturbrowery o Tacheless que respire vida?) decidimos tomar algo para matar el frío y hacer tiempo. Cuando llegamos al Valmont nos cruzamos con una pareja de polis en la misma puerta; si hubiese estado aquí Lotus Flower seguramente lo habría interpretado como una señal. Nosotros afortunadamente no y entramos. La sala es estrecha con un escenario al fondo al mismo nivel que la calle y tenía un aforo normal tirando a bajo para ser un viernes noche. No tuvimos ningún problema en llegar a primera fila sin dar un solo empujón. No había moros ni Morcillos, Buitreses o Jolitas en la costa, sólo un tipo que por lo visto era el “segurata” de la banda o así lo presentaron. W.C. es una banda añeja, llevan tantos años tocando el mismo estilo de música que no me extraña que lo ejecuten tan desapasionadamente. Marco Antonio R. (EEEEEEEEERRRRRRRRR) Wagner es un brasileño, criado en Memphis, que realmente es tan abulense como Acebes o Julián Muñoz, a quienes seguramente admira. Se le conoce como “El Dylan de Gredos”(??) y lleva muchos años tocando el mismo rythm&blues, bossa, country con barniz de novedoso. El sonido es agradable: J.J. Cale, Tom Petty, Neil Young, pero ni rastro de Marco Rodríguez y ni rastro de la Guerra de los Mundos. Eso sí, una “sonrisilla de crapulilla” le cruza la amplia jeta de profesor que está de Rodríguez porque ha dejado a la parienta en el pueblo y, como el cantante liga bastante, pues a ver si cae algo. El único que destaca un poquillo es Félix, el guitarrista, siempre elegante y siempre pincelando con gusto y sentido. Carlos, Carlino, ex “Banda sin Futuro”, “Espasmódicos”, “Polanski y el Ardor” parecía sonambulear por el lado derecho del escenario. De tan afinado que estaba, ni una nota más alta que otra, dormitaba desempeñando el papel de adorno que le compete en esta banda a la que también produce (financia). Qué diferencia con el saxo incendiario del “Enciendes tu motor” o de cuando hacía el elefante en “Yo le hacía el amor de la forma más aburrida”. ¿Qué te han hecho? ¿En qué te has convertido? Me dio tanta pena verlo así, tan burgués, tan comedido... Mucha más que cuando no hace muchos meses me espetó que a él el disco de “Bailando en el Alambre” no le gustaba, que le gustaba mucho más el suyo de W.C. (no, no es el ex grupo de Ramoncín, aunque Marco sea un tipejo afín). No me extraña, Carlos, que no te gustase. Ese disco y toda la pasión que encierra dentro de su imperfección están tan lejos de ti como el tipo que fuiste cuando tenías sentimientos. Y ahora, como la jauría humana, linchas al diferente, mientes para sobrevivir y te dejas marear y adormecer por tu organizada vida, tu mujercita y tu cuñado, a la espera de algún negro al que linchar, de alguna enana de la que reírse o de alguna amiga a quien acusar y despreciar cuando no denunciar. ¡Menudo plato de gusto! Jamás te perdonaré que creyeses alguna vez que yo podría participar de esta forma de ver y vivir la música y la vida. No te reconocí y eso me dio mucha pena. Claro que uno, al fin y al cabo, está allí donde le corresponde.

Pejo