Sábado mediodía. Típica resaca no tanto de alcohol como de haberlo pasado en grande y llegado a las cinco de la mañana después de un bailoteo de esos salvajes e híper sensuales en el Kathmandú -lo siento de verdad, Javier Lobato, siento que vosotros, en cambio, viváis tan rabiosamente aburridos y resentidos-.
Javier Corcobado actuó anoche en el Cabaret del Círculo -Sala de Columnas- haciendo mayormente su última edición, un recopilatorio llamado "Canciones Insolubles"; diecisiete temas escogidos entre lo mejorcito de su producción en lo que va de 1989 al 2006. El Cabaret está bien, bonito con una barra a la izquierda y camareros que te sirven también donde estás sentado. Nos quejamos un poco, como siempre, de la imparable escalada de precios en todo; los 18€ del concierto, bien, pero las cervezas además a 4€ nos parecieron ya la típica tocapelotada contra una cultura robusta, por muy Círculo o Cuadrado que sea. Estoy orgullosamente sentada entre Finu, Pejo, Rafa y algunos ex Chatarreros de Sangre y Cielo, entre ellos la imponente Susana Cáncer que toca también dentro de poco, junto con Justo Bagüeste, para pasear su reciente "Crímenes o Promesas". Justo no está porque tiene concierto en su casa, osease, los ya casi tradicionales Encuentros Sonoros del Alivio.
Javier lleva una banda compuesta por Paula Grau, voz, sintetizador y caja de ritmos, Vera Acacio, teclados y guitarras, Jesús Alonso, batería, Salvador Soto, bajo, y Javier Arnal a la guitarra también; Corcobado coge también su bonita y cortante guitarra azul alguna vez.
Las primeras canciones nos dejan un poco tibios -quizá porque no las hemos escuchado lo bastante aún-, pero al meterse con el "Editor de Sueños" (DRO, 2006) y otras magníficas canciones más, como La navaja automática de tu voz, Catorce:
"Barro en las botas / hojalata en el otoño
nanas suenan, nanas metálicas..."
y Cicatrices en el Cielo, las tres de los Chatarreros de Sangre y Cielo, nos seduce completamente porque no hay nada más efectivo y gozoso que estar escuchando poesía buena e intensa -aunque también irregular- con música igualmente apasionante e intensa. Su temática gira en torno a los grandes temas: la vida, la muerte, el sufrimiento, el odio, el amor, venas, perros, el mar, el cielo, la tierra, olores, sabores, texturas... Un universo profundo e irresistible para unos fans que llenamos y jaleamos el recinto y tuvimos que saltar de la silla para presentar nuestros respetos junto al escenario a una muy interesante y atractiva banda. Javier, además, cantó bien, aunque el sonido global no estuvo a la altura de lo que vimos en la sala Taboo hace unos meses; el Círculo les quitó algo de potencia y de volumen.
"No quisiera morir / aunque haya sido invitado
prefiero seguir aquí / en este mundo inventado
qué valiente es la vida / y qué cobarde soy yo
que por no asesinar / me estoy matando yo..."
No quisiera (Editor de Sueños, 2006).
Alguien dijo a la entrada que Javier Corcobado (del 63, como yo!), rozaba por fin su madurez, su mejor momento, y que, a partir de ahí, todo iría hacia arriba. Ojalá tengas razón, querida Susana; nosotros pensamos exactamente lo mismo.
Alicia XX