Llegué un poco tarde –para variar- y me encontré con un salón de actos medio lleno, medio vacío, y dos tipos muy simpáticos, con una especie de traje llamativamente pintado, blandiendo acordeón (Rómulo S.) y guitarra electro-acústica (Julián H.) que alternaba con una bandurria –o mandolina- (y pandereta al pie, como el Coyote). Debo reconocer que al principio me deprimí un poco, acostumbrada como estoy a los sonidos lujosos. Además, Julián parecía mayor, no por su edad, que es excelente, sino más bien por lo que me pareció cansancio o exceso de responsabilidad. Pero pronto me admiré de ver cómo se las arreglaban con tan pocos elementos y con qué gracia. Lo más interesante y atractivo para mí fue ver cómo, además de ser ellos dos músicos vocacionales y pertinaces (reincidentes, he querido decir), las letras tenían –tienen- un montón de destellos brillantes: ingeniosas, ocurrentes y divertidas, como aquella de “Europa, triste y sola...”, o la de “No te pidas un Mac Burger en un Burger King...”. Uno de los bises: “Teenage Wasteland” ("Baba O´Riley") de Who (acordeón y mandolina –o bandurria-; increíble, ¿no?; ¡pues funcionó!). A la salida, tuve que esforzarme para encontrar un disco (de los que vendían con la entrada) y también para encontrarlos a ellos; muchas prisas y extraños e incomprensibles agobios para una paya que no ha tenido que coger todos sus bártulos para irse a tocar a otra ciudad no demasiado próxima (al menos por carretera). Pero, en definitiva, creo que medio apalabré una entrevista con Julián H. Para cuando vuelva por aquí en un par de semanas o así (por “El Movidón”). ¡Si cuajara sería genial!
Gracias. Besos Alicia XXX