
Aparte de estos interesantes hallazgos, he podido saber de otros que ya intuía pero que luego he visto “científicamente” corroborados. El más importante, crucial y definitorio de ellos, en lo que se refiere al carácter, preferencias, habilidades y prioridades de hombres y mujeres es el descubrimiento de que nosotras somos, sin duda, más empáticas, lo que revierte, claro, en un mayor interés por lo emocional, por las relaciones y comunicaciones afectivas y por el establecimiento de ricos lazos tanto familiares como amicales, vecinales, o psico-sociales en general. A lo visto, nosotras sentimos más, tanto lo nuestro como lo de los demás, aunque sea remoto, y, si bien esto nos proporciona una enorme y valiosa cantidad de información acerca del mundo, del entorno, y de nosotras mismas también nos hace, claro, más sensibles y vulnerables (de ahí la mayor incidencia de depresiones y trastornos afectivos en niñas, adolescentes, adultas y ancianas). No os resultará sorprendente tampoco, creo, el hecho de que los hombres, en contraste, suelen relacionarse con otras personas básicamente para hacer cosas (trabajar, jugar al fútbol, etc.) pero muy rara vez para hablar de “problemas” o asuntos emocionales que, en todo caso, sólo mencionarán, normalmente, de forma más esquemática y quizá hasta algo desapasionada; pero no esperes que se extiendan demasiado acerca de un asunto emocional, del tipo que sea, ni que quieran profundizar realmente en las causas y posibles mejoras y soluciones.
Ojo, que no estoy diciendo que una cosa sea mejor o peor que la otra; más bien quiero dejar de manifiesto que hombres y mujeres somos maravillosamente complementarios y también quisiera rogar a los caballeros –y a las damas que lo ignoren- que sean sensibles a estas diferencias para que nuestras relaciones sea aún mejores y más productivas. Porque nosotras -y nuestra forma ser, ver, escuchar y hasta “olfatear”- también somos insustituibles. ¡Y mucho!
Abrazos, Dra. Alix XXX