domingo, julio 09, 2006
LIKE A COMPLETE UNKNOWN, WITH NO DIRECTION HOME.
Acabo de ver por segunda vez (la primera, anoche) la película documental "No direction home; Bob Dylan" (2005) de M. Scorsese. Ya hablé un poco de la primera parte, en plan más bien frívolo, en una entrada anterior en este mismo blog ("Y más..."). Lo que más me ha impresionado de esta segunda parte ha sido comprobar que gran parte del enorme éxito y magnetismo del artista se debió a la conjunción de estos factores, a mi modo de ver:
- Al hecho de que escribe poesía, pura y dura (de hecho era un voraz lector y escritor de poemas). Poesía desnuda y chamánica, además: "A veces, hasta el presidente de los Estados Unidos tiene que estar desnudo", dice.
- Al hecho de que adora su guitarra y su armónica, y la música en general.
- A su rotunda belleza.
- Y a su natural y espontánea predisposición al cambio, a la transformación ("The times they are a-changing").
A la vez, Dylan era (es) único, irrepetible, y nadie, pese a innumerable intentos en su época y en su tierra, consiguió etiquetarlo ni englobarlo plenamente en movimientos ni corrientes de ninguna clase (de canción folk, protesta, rebelde, políticamente comprometidos, etc.). Por más que lo intentaron, hasta agresivamente, como se muestra en la cinta, no consiguieron más que se zafara y escabullera una y otra vez echando mano del humor, de la ironía, del enojo... Él era solamente él, y ya está.
Dylan es un géminis, de finales de mayo, y me ha resultado realmente impactante comprobar cómo, además de la legendaria capacidad geminiana para las ideas, los conceptos, las nociones y, sobre todo, para la comunicación (por Mercurio, el dios de alas en los tobillos), el destacado poeta beat Allen Ginsberg, quien interviene en varias ocasiones en la película, define al artista como "una gran columna de aire" o "pura respiración, o aliento" en permanente comunión chamánica con su audiencia. Esta idea de "aire" que percibe el lúcido autor de "Howl" no puede ser más característica de la típica naturaleza geminana.
Otro dato al respecto: Joan Baez, compañera de Dylan durante varios años, hace referencia a los "continuos cambios de humor del artista; lo mismo puede estar en lo más alto, eufórico y altamente estimulante, que sentirse en lo más profundo de las tinieblas". Nada más propio de un géminis. De igual modo, puede acometer una canción o repertorio de forma notablemente diferente en dos conciertos consecutivos.
Otro aspecto realmente interesante del documental es el que cuenta el cataclismo que se origina, sobre todo en la escena musical norteamericana, cuando Dylan decide electrificarse y el colectivo folk se siente vivamente traicionado, e incluso insultado, por el abandono de su dulce y suave mundo acústico y, sobre todo, ¡porque casi no se entienden las letras!. En una ocasión, la reacción de la audiencia, e incluso de sus más respetados colegas (como Pete Seeger, empeñado en hacerse con un hacha para cortar los cables eléctricos), llega a ser tan virulenta que Dylan tiene que retroceder al backstage a cambiar su guitarra eléctrica por una acústica.
Después de una gira por Europa, en la que, aparte de conocer a los Beatles (escena impagable, contada de nuevo por Ginsberg), se enfrenta a un montón de estupidez circundante (periodistas rígidos, groseros e ignorantes de lo que él hace; uno se atreve, incluso, a pedirle ¡que chupe sus propias gafas!, para una foto, muy divertido y surrealista ésto también), nos damos cuenta de un fenómeno muy común y doloroso que quizá hayáis experimentado también algunos de vosotros; el artista, acostumbrado a la elevada belleza de lo que hace, a la suprema belleza de su obra y de lo que hay en su cabeza, en su alma y en su cuerpo, se enfrenta a la inmensa fealdad y necedad de sus propios fans y de la prensa. Él está ya a años luz por encima.
Un, quizá, proverbial accidente de moto lo aleja de los escenarios durante ocho años ("Me voy a reunirme con Elvis", llegó a decir). Ésto ocurre cuando, en numerosas ocasiones, se le oye quejarse y afirmar que está hasta los huevinchis, en un momento en el que parecía haberse extendido un rechazo e incomprensión generalizados del enorme salto hacia delante que él había dado con, por ejemplo, "Like a Rolling Stone", que algunos folkies llegan a tachar de "negativa", "egoísta" y un montón de sandeces más.
Una película altamente recomendable, desde mi punto de vista -que hay que ver más de una vez, desde luego-, y un artista-mago-hechicero im-pres-cin-di-ble.
Besos,
Alicia XXX
P.S. Todas las posibles correcciones a este texto, y a todos los demás, serán gratamente bienvenidas. Gracias.
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