Conoces a un chico. No muy profundamente, pero hace años ya, con cierta regularidad. En una de tus comunicaciones con él, se te queja amargamente -sinceramente, parece- de estar sumido en una penosísima situación laboral, con todo lo que eso supone... Te pones manos a la obra y le ayudas en TODO lo que está a tu alcance. Al mismo tiempo, se da la casualidad de que tú has terminado un librito, un libro corto o un relato tirando a largo, como lo quieras ver, y se te ocurre que quedaría monísimo, y más moderno, ilustrado. Este chico es dibujante; esa es -o era- su principal fuente de ingresos, que se sepa... ¡¡¡Idea!!! Le haces un encargo en toda regla: le proporcionas toda la información precisa, un presupuesto holgado y te pones a su disposición para lo que necesite. Acepta. De hecho te pide material "comprometido" (fotos, etc.) para hacerlo. Gracias a tus gestiones, le sale un encargo. Y, después de eso, una difícil prueba para una conocida editorial. Tú esperas, esperas amablemente pues sabes que es mucho más importante la adecuada inserción laboral de este chico que tu "humilde" encargo. Cuando llevas esperando así como un mes y medio desde que le enviaste el texto, tienes una pelea (enfrentamiento) con su cuñada; nada que ver con él en absoluto (a ella la conocía -la conozco- desde hace más tiempo, todavía...). Pues bien, no se sabe cómo ni por qué, este profesional decide, a ultimísima hora, que no hace el trabajo (en todo el medio de julio) sin ni siquiera darte una explicación mínimamente solvente ni coherente del porqué. Por el camino, sin embargo, te ha robado mes y medio de tu tiempo, tu texto y comentarios, infinidad de esfuerzo y tiempo en "mails" y conversaciones telefónicas, y tus fotos. ¿Alguna explicación plausible aparte del mundialmente famoso "cuñadismo" marbellí? Gracias por iluminarme. Besos, (M) Alicia (Cool) XXX
(cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia)