jueves, agosto 10, 2006

DELICIAS TURCAS

Amigos: ¡Qué suerte tenemos! Este es el segundo excelente colaborador que escribe para nuestro querido embrujomarino (sabor coralino). Se llama RUBAYAT, y a continuación nos deleita con este magnífico y completísimo artículo acerca de las NUEVAS MÚSICAS DE ESTAMBUL, que ya anunciamos en su momento, antes de las vacaciones de ésta muy entregada redacción. ¡Y lo prometido es deuda! Aquí va. Que os guste. ¡Salud, y buen día tengan todos ustedes!

"No recuerdo cuándo fue, pero sé que, entre mis pesadillas pasadas, había un escenario recurrente: una amplia pero oscura avenida nocturna y mil peligros que emanaban de las callejuelas laterales atravesadas a derecha e izquierda. Hace siete años reconocí ese lugar. Era Istiqal Kadesi, la arteria principal que une la enorme plaza de Taksim con la entrada del diminuto túnel que nos transporta en un único recorrido hasta el puente de Galata y el Cuerno de Oro.

Volví a reconocer ese restaurante, ya en Beyoglu, llamado "Hot Tuna" -como la fantástica banda de blues de Jorma Kaukonen y Jack Cassady-, junto al Bauhaus Café, donde ponen unos cajarillos de raki cojonudos. ¿Qué había cambiado? Todavía estaba aquel cine en Galatasaray que tenía aquella delirante cartelera pintada a mano de Blue Velvet, con Isabella Rosellini como si fuera Ira de Fustemberg persiguiendo a su vecino del quinto, sólo que ahora ponían una protagonizada por Nastassia Kinski y Daniel Auteil sobre pedofilia.

Las vías en los adoquines me recordaban que el tranvía seguía llevando almas desde la europea Istanbul hasta casi los pies de la Torre de Galata, pero sobre ellas caminaban miles de pies de ciudadanos y ciudadanas en ese vértice entre la vida y la muerte, entre Uskudur y Ortokay, entre Oriente y Occidente, fronterizos en fin. Y caminaban como zombies ucranianos esnifando pegamento sobre una de las siete colinas que hacen de Estambul la ciudad más mágica entre las ciudades mágicas para mí.

Descubrí que lo que había cambiado era mi percepción de las cosas y que eran las cuatro de la madrugada. Estambul se había despertado en diez años desde mi anterior visita; me recordaba tanto al Madrid de los primeros 80... Entrar en ese club, patrocinado por el Instituto Británico, llamado Dulcinea, era escuchar hip-hop, jazz, soul y funky-dance del mejor. Bajar las escaleras del Mojo era alucinar con ese trío de colgados rabiosos que vomitaban lamentos y alegrías como si fueran Nirvana.

Aplastarse contra los viejos muros de ladrillo del Babylon parecía el único recurso posible para esconderse de la avalancha sónica que emanaban aquellos músicos de free-jazz-rock-fusión que atronaban su bóveda. Nos sentábamos en el Café de las Palomas, a comer algo y, sobre el escenario, una súper eficaz banda de covers sacudía nuestras caderas con la enésima versión de "Su forma de besar". Tipos jovencísimos y superpuestos, mujeres alucinantes y poderosas, comunicándose sin idiomas. Cuando, guiados por mi amigo Dursum, cruzamos Taksim para coger el taxi que nos llevara a Turkely Kadesi, allá en Kumkapi, junto al Mármara, presencié de nuevo la línea del cielo de Constantinopla, de madrugada, me sentí como si estuviese en mi lugar en el mundo.

En 1988, entre varias cassettes, super tiradas de precio, de cantantes populares, de alucinantes portadas, me había comprado una de Ergin Kizilay (Keman Taksimlery). Cada vez que la ponía, una enorme tristeza me cubría el alma y sentía saudade cual gallego serio. Empecé a tener noticias de algún grupo psicodélico (Baba Zula), cuyo disco -"3 Oyundan 17 Müzikque"- me recordaba muchísimo a Frank Zappa y al Sisa de Música Dispersa, contacté con las web de Doublemoon y de Rh Pozitif, así como con la de un garito nuevo, llamado Babylon, y aluciné. Por eso no me extrañó en absoluto que los estupendos Brooklin Funk Essentials fueran a actuar al festival de jazz de Estambul y se quedasen por allí unos meses para facturar el seminal "In the Buzz bag" junto a Laço Tayfa.

A partir de ahí, todo fueron maravillosos descubrimientos: Aziza (la Nicolette turca), Ilhan Ershain, ya sea en solitario, con sus maravillosos "Virgo" y "Wonderland" o colaborando con Orient Expressions (Divan y el nuevo "Sabahat Akiraz") y los geniales Wax Poetic con sus dos absolutas obras maestras del acid jazz universal llamadas "Wax Poetic" y Nublu Sessions", con Norah Jones, Lisa Rudolph, Eddie Henderson, U-Roy, Saul Williams, María Turner o N´Dea Davenport, que satisfacían plenamente mis ansias de novedades de categoría. Pero es que había que sumar también a la rapera Sultana, que sacudía en turco mis conceptos de la rima en "Cerker Kizi", o a ese ser extraplanetario que hace sinfonías electrónicas circulares al estilo sufí: el derviche Mercán Dede, quien nos visita con frecuencia, concibe nuevos discos temáticos prólificamente a un ritmo frenético y acapara premios internacionales.

Al igual que a Alexander Hacke en la película "Crossing the Bridge", a mí también me atrapó la belleza de Sezen Aksu, me sobrecoge la tremenda sonoridad de Aynur y lo flipo con Selim Sesler, y también con cualquier buen tocador de laud en Fatih. Me enternece ver la ingenuidad de Ceza, su hermana y los b-boys de Uskudur, y me apasionan, casi por igual, los dos grandes descubrimientos de Fatih Akin en su segunda película, "Nur Ceylan", con su tremenda capacidad creativa de músicos callejeros y su lúcida visión vital, y ese peaso finstro pecadorrrrr de las praderas del Bósforo, el "puma" otomano, el inigualable Orhan Gencebay, que es capaz de tocar, sin despeinarse, sentado frente a la mesa de su escritorio, con sus músicos, cual perfectos mecanógrafos en la oficina, ese temazo que es Hatasiz Kul Olmaz (les juro que no me moriré sin haber montado una versión como es debido en castellano).

Quizás sea porque es la frontera por excelencia, quizás porque todos los hippies pasaron por allí camino de Katmandú o simplemente porque los vientos mediterráneos les llevan todos los sentimientos de sus almas gemelas, Istanbul se ha convertido en un imán para los poetas, cuya patria siempre será la frontera.

Desde la cercana Túnez, pasando por Francia, Jean Pierre Smadj llegó a Estambul para colaborar con Burhan Öçal&the traya allstars y reconoció su tierra. Smadja revolucionó el concepto de música árabe, ya fuera en sus cuatro trabajos en solitario -el último, bien recientito y ultra recomendable, "S.O.S (smadj, orhan y savas) Project"-, o en su otro proyecto, DuOud, o programando beats y percusiones electrónicas a las que va añadiendo sus filigranas con el laud, instrumento del que es un maestro. Si quieren más, porque hay muchísimo más, visiten la web de Babylon y verán. Cualquier noche arrasarán Kardes Turkuler, Hüsnü Selenderyçi o los Repli´kas presentarán su nueva banda sonora tras "Avaz".

Quizás se estén tomando una copa con Mad Professor, que se ha hecho íntimo e inseparable de Baba Zula. No se lo pierdan ahora que se ha editado en nuestro país la banda sonora de "Crossing the Bridge"; indaguen en las web de venta por correo especializadas o en la del sello Doublemoon, pidan que les envíen sus tres ultrarecomendables recopilatorios de la serie East2west. Escuchen, alucinen y empápense de estas delicias ahora que están en su punto. Les prometo que jamás se van a sentir empalagados.

¡Que vivan la estrella y la media luna! Y que vivan más cerca".

Fdo. Rubayat