No es lo mismo escribir desde por ahí que en casa; no puedes pensarte tanto los textos ni editarlos tantas veces, así que, lógicamente, no quedan tan bien...
Hemos dormido y descansado como troncos. El hotel es muy amplio y despejado, como casi todo aqui. La habitación, muy amplia también (mucho más de lo que esperábamos para la categoría que hemos contratado, bastante normalita), con una cocinita y todo... Los pasillos, muy largos y anchos, enmoquetados de color azul marino desvaído, te hacen imaginar al genial Maxwell Smart y a un montón de espías torciendo las esquinas...
Debemos estar en el antiguo Berlín Este, porque todo tiene un punto colosal, duro e industrial. Pero más hacia el centro, donde estuvimos ayer, se ven de vez en cuando signos de un corazón imaginativo y vibrante latiendo detrás. Por ejemplo, vimos lo que parecia un instituto de secundaria con la entrada flanqueada por sendos cocodrilos larguísimos, de madera, con el lomo dentado y fauces abiertas, que seguro hacen las delicias de los chavales cada vez que van a clase.
Las bicis son, para las berlinesas, como una segunda piel, y se montan en ellas en minifalda, con tacones, de todas las formas posibles.
No esperes que los alemanes de aquí sean todos del tipo "ario"; los hay de todas las hechuras y andamiajes, y todos parecen "tirando a duros", pero educados y civilizados. No te creas, tampoco, que todos saben inglés; no es así. O no saben, o no quieren hablarlo.
Ayer vimos carteles que indicaban que por aquí han pasado también los Who y Tom Petty (bonito cartel, por cierto, muy art deco) y multitud de artistas locales de divertidas pintas y pelajes.
Hoy, habiendo llegado ayer, tenemos la sensación que debe tener un hombre cuando se encuentra ante una bella y enigmática mujer que sabe que, tarde o temprano, se va a llevar a la cama. Y se trata de una sensación ALTAMENTE estimulante.
Con amor, y con pasión aventurera y descubridora, desde Berlín,
(M) Alicia (Cool) XXX, tu webmistress amiga