martes, agosto 01, 2006

Un paseo en barco por el Spree

La prohibición de fumar no es aquí tan tajante ni histérica como se ha vuelto, de la noche a la manana, en España. Se puede fumar en la recepción del hotel, donde está el gratuito ordenador, y también en la parte de abajo del barco que hemos cogido hoy para dar un paseo por el río. Hay muchas barcazas que realizan este mismo trayecto, todas con su encanto, pero la que hemos cogido nosotros me ha impresionado al entrar a una parte de abajo muy acogedora, enmoquetada, y amueblada de mesas y sillas de madera dispuestas, parecía, para jugar a las cartas, tomar algo o echarse un pitillo tranquilamente... Me ha recordado a aquel inolvidable tren que nos llevó hace años de Moscú a San Petersburgo (Leningrado, entonces) en el que nos despertaron con unas preciosas tacitas de té, o de café, con claras reminiscencias de la Rusia imperial.

Definitivamente, aqui se la refanfinfla el asunto idiomas. Ni las cartas de los establecimientos, ni los rótulos de ninguna clase, ni siquiera la larguísima parrafada explicatoria que nos han dado en el barco, estan traducidas. Pejo me aclara que aquí nunca han vivido del turismo ni lo han fomentado en absoluto, lo que hace que ésto se pueda entender algo mejor. Pero eso no constituye ningun problema, porque la gente, con buena voluntad, termina entendiéndose en todas partes, y, si no, siempre esta el céntrico centro de información donde te lo cuentan absolutamente todo.

Durante la agradable travesía en barco, vemos interesantes e imponentes edificios históricos, una muy sugerente construcción del siglo XIX casi totalmente envuelta en hiedra, un divertido e impactante monumento a la aspirina, delante del antiguo Parlamento y enfrente del Museo de Arte Contemporaneo (una aspirina gigante que, aparte de su funcion ornamental, da buena sombra a fatigados transeúntes), y unos cuantos bares-establecimientos con hamacas en los que los clientes pueden tomar algo mientras descansan, toman el sol y contemplan el río cómodamente acostados (uno de estos sitios es el muy sugerente "Strand Bar"). Enfrente del Strand, además, han habilitado unos funcionales contenedores naranjas, de tres o cuatro alturas, para cómoda vivienda de ciudadanos con escasos recursos económicos.

Vemos pasar una barcaza enfrente que ha tenido el encantador detalle de repartir abombadas sombrillas blancas entre sus pasajeros para que se protejan del sol, consiguiendo un muy agradable efecto óptico.

Para terminar de momento, una curiosidad acerca de los taxistas; si bien no son tan exquisitamente gentlemanly como los típicos cabs ingleses, desde luego no son del estilo "far West" de los madrileños. Todos llevan, delante de ti, una tarjeta colgada, con su nombre y apellidos y una simpática foto, que, la verdad, resulta bastante agradable y tranquilizadora para quien, como los del maltratado foro, estamos acostumbrados a tratar con un cogote y una oreja completamente anónimos para nosotros.

Y eso es todo por el momento, chicos y chicas. Nos vamos a descansar un rato al hotel, porque aqui, al ser todo tan ENORME, pues terminas agotado a la menor de cambio.

I LOVE YOU TENDERLY, como quería el gran Elvis.

Besos y abrazos,

(M) Alicia (Cool) XXX, tu webmistress amiga, siempre!!!